La inflación sigue “imparable”, luego de que en la primera quincena de agosto se ubicó en 8.62%, impulsado por el alza en los alimentos y productos agropecuarios.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los productos que más aumentaron sus costos fueron la cebolla en 37.66%; seguido por la papa y otros tubérculos, 2.36%; los costos de la preparatoria, 1.97%; tortillas de maíz, 1.56%; otros alimentos cocinados, 1.41%; la universidad, 1.19%; la leche pasteurizada, 0.70%, principalmente.

De acuerdo con el análisis del Banco Base, los genéricos que continúan incidiendo sobre la inflación al alza son los siguientes: mercancías alimenticias, en específico granos y derivados de granos como harinas, panes, tortillas y grasas vegetales; mercancías como ropa y electrodomésticos; productos agropecuarios; y presiones moderadas pero sostenidas en los precios de energéticos, en específico las gasolinas.

“Es importante mencionar que las presiones más preocupantes son las observadas sobre mercancías alimenticias y productos agropecuarios. Los mayores precios de mercancías alimenticias están relacionados con los incrementos en costos de materias primas que han encarecido procesos industriales de preparación de alimentos”.

De hecho, los altos precios de los productos agropecuarios se deben a mayores costos de fertilizantes y condiciones climatológicas adversas en México, Estados Unidos y otras regiones del mundo.

Los factores que inciden sobre los incrementos en precios de los alimentos son: la guerra en Ucrania, condiciones climatológicas y la crisis energética en Europa y su efecto sobre precios de energía a nivel global.

“Estos factores probablemente no desaparezcan en el corto plazo por lo que no deben ser considerados como transitorios. Además, tienen la capacidad de generar efectos de segundo orden. Lo anterior implica que podrían observarse nuevos choques sobre precios de alimentos en los próximos meses y presiones sobre la inflación general”, explicó el análisis.

Además, advirtió que los mayores precios de alimentos son particularmente nocivos para la capacidad de consumo de la población, pues existe una baja sensibilidad de la demanda ante incrementos en precios, es decir, ante incrementos en precios, la cantidad demandada no cae de forma significativa.

“Esto se agrava ante un incremento generalizado de precios, lo cual limita la posibilidad de sustituir productos por otros de menor precio. Esto es especialmente importante para la población de menores ingresos, la cual destina una mayor proporción de su ingreso al consumo de productos alimenticios y que debido al alza en mercancías alimenticias ha tenido una afectación más severa”, señaló el análisis elaborado por Gabriela Siller, directora de análisis económico-financiero del Banco Base.

 

Por Staff

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